La persecución y represión del pueblo gitano
Muchos campos de concentración fueron parada y último hogar provisional de los gitanos
La persecución de la etnia gitana no es cosa nueva ni exclusiva de ningún país o gobierno. Ya en el siglo XV los gitanos que llegaron desde Asia a Andalucía, fueron acogidos en Jaén por el Condestable Miguel Lucas de Iranzo y desde entonces han sufrido persecución implacable por los distintos gobiernos, coronas y regímenes españoles. A su llegada a la península a través de los Pirineos en grupos pequeños entre 30 a 100 personas, ganaron gran reputación como músicos profesionales y empezaron a participar en fiestas populares. Estas actuaciones tuvieron tanto éxito que fueron imitadas en los teatros, pero también el éxito ayudó a la formación de una nueva ley que les prohibía su presencia en ciertos círculos. La buena acogida que tuvieron en Andalucía pudo ser por su condición de refugiados que, en su intento de asentarse en Turquía, padecieron su primera expulsión de aquel país.
La sociedad que los gitanos encuentran a su llegada era muy distinta a la que luego se conformó con la conquista castellana y la consiguiente unificación de los reinos de Castilla y Aragón. La hegemonía del cristianismo acaba con la convivencia armoniosa y pacífica entre las diversas culturas y religiones -judíos, árabes y cristianos- y es sustituida por el fanatismo y la represión.
A partir de esta nueva sociedad ya no hay lugar para la tolerancia, ya no se acepta a quienes piensan, hablan, visten o se comportan de forma distinta. Así, en nombre de la fe, los Reyes Católicos y la Iglesia a través de su "policía política", la Inquisición, instalan los que han sido hasta hace poco los pilares ideológicos de las clases dirigentes españolas: "Un único y absoluto poder político, una única religión, una única lengua, una única cultura y por consiguiente una única manera de ser y sentir".
En esa situación, los gitanos aparecen entonces como gente difícil de domesticar y de controlar, por tanto “gente peligrosa”, “no grata”. Su forma libre de vivir y su apego a sus propias costumbres y tradiciones, no sólo no encajaban en la sociedad homogénea que pretenden los RR.CC. y posteriormente sus sucesores, sino que eran mal ejemplo para campesinos y aldeanos totalmente reducidos a la categoría de vasallos, más o menos resignados a vivir bajo el peso de la cruz y la espada, identificadas como una única cosa.
Quienes son los gitanos
Este es un tema que ha sido objeto de todo tipo de fantasías. Los gitanos han sido considerados descendientes de Caín o “pueblo maldito”. Algunas tradiciones los identifican con magos de Siria o con una tribu de Israel extraviada del antiguo Egipto. Una antigua leyenda los hace forjadores (o ladrones) de los clavos de Cristo, motivo por el cual habrían sido condenados a errar por el mundo, si bien no hay ninguna prueba que sitúe a los gitanos en Oriente Medio en esa época.
Los estudios genéticos y lingüísticos parecen confirmar que los primitivos “roms” son originarios del Subcontinente Indio, de la región del Punjab. Unas teorías sugieren que fueron originariamente individuos pertenecientes a una casta inferior reclutados como esclavos y enviados a luchar al oeste contra la penetración del Islam, formando una comunidad separada y obligada a deambular buscando una tierra donde vivir.
Lo que sí es aceptado por la mayoría de los investigadores es que podrían haber abandonado la India sobre el año 1000, y atravesado “en forma de diáspora” lo que ahora es Afganistán, Irán, Armenia y Turquía. Hay que descartar la errónea hipótesis de su ascendencia egipcia, a pesar de que el nombre derive de “egipciano”, Egipto sólo fue un paso. También se les llamó “grecos” y “zíngaros” sin que por ello fuesen oriundos de Grecia o identificados con los maniqueos.
Su llegada a la península ibérica se realizó en diversas oleadas a finales del XV y será Andalucía el lugar donde su cultura sintonizó con más facilidad, llegando a formar parte del inmenso y nutrido mosaico identitario del arte flamenco y de muchos oficios que se iniciaron en este lugar.
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Varios siglos de exilio, una auténtica diáspora y discriminación que todavía subyace en la hipócrita sociedad actual |
Represión sin límites
La intolerancia entre los grupos religiosos en España creció, y los monarcas cristianos de Castilla y Aragón, Fernando e Isabel, promulgaron una ley que expulsaba a todos los judíos, árabes y gitanos. Éstos, para poderse librar de ella tendrían que inscribirse como sirvientes o en menos de sesenta días salir del país con la condenación de exilio total; si conseguían volver, que así lo intentaron muchos, recibirían dos cortes grandes que amputaban sus orejas, eran encarcelados por sesenta días y posteriormente expulsados de nuevo o condenados a galeras. Podrían, incluso ser declarados esclavos de quien les encontrara primero. Si alguna persona osaba llevar la ropa tradicional gitana (muy atractiva en ciertos sectores), sería azotada y sujeta a tormentos antes de su deportación.
Hay quien asegura que las leyes de Castilla, específicas contra los gitanos, se diferenciaban en dureza con las del resto de Europa. Castilla declaró a los gitanos como indeseables y buscaba el método más eficiente para “descontaminar” su España de esta “gente de mal vivir”, cuya movilidad molestaba a la población sedentaria española.
Dice el historiador George Borrow que "quizás no haya un país en el que se hayan hecho más leyes con miras de suprimir y extinguir el nombre, la raza y el modo de vivir de los gitanos como en España". Fue la Pragmática de Medina del Campo firmada por los Reyes Católicos la que los marginó y declaró grupo peligroso. Desde entonces sufrieron persecuciones y deportaciones continuas:
"Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente destos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida". (Isabel y Fernando, Medina del Campo, 1499, recogido en la Novísima Recopilación, Libro XII, título XVI).
El número de leyes, pragmáticas, decretos, reglamentos y medidas de excepción específicas contra los gitanos en todos los lugares donde habitaron y habitan es tal que sería imposible enumerarlas. Sin embargo, cabe señalar que la multiplicación de medidas para homogenizar y asimilar la etnia revela fracasos continuos, fenómeno que algunos estudiosos han denominado como "resistencia étnica".
Los procesos de centralización estatal en Europa a partir del siglo XVI, estaban fundamentados en una homogeneización cultural, lingüística y religiosa. Los primeros decretos de expulsión y asimilación en España coincidieron con los de la expulsión de los judíos en 1492 y los de persecución o conversión de los musulmanes españoles. El historiador Raul Hilberg recuerda que la destrucción de los judíos y gitanos europeos se incrusta en el proyecto de la modernidad europea y del modelo de civilización occidental impuesto.
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Muchos campos de concentración fueron parada y último hogar provisional de los gitanos. Los nazis exterminaron miles de gitanos |
Una de las causas que se relacionan con la exclusión e inadaptación de los gitanos es su tendencia a la itinerancia, sin embargo, los modernos estudios gitanológicos han desmitificado ese punto. La profesora Teresa San Román ha estudiado las diferentes medidas legislativas promulgadas por las autoridades españolas y ha comprobado cómo existió desde el principio una contradicción en esas disposiciones: "la tendencia a la asimilación durante el s. XVII y la primera mitad del XVIII es creciente, pero se limitaban los lugares donde poder asentarse, se restringen los oficios…". Los legalmente avecindados eran expulsados una y otra vez, y la lógica sedentarización forzosa o expulsión se sucederá en todos los países y en todas las épocas.
La socióloga María Helena Sánchez recuerda que los castigos hacia la comunidad gitana recaían tradicionalmente sobre las poblaciones sedentarizadas. Al mismo tiempo, la restricción en el ejercicio de oficios conlleva el ejercicio de profesiones itinerantes o estacionales. El nomadismo, en cierta medida, no es una causa, sino una consecuencia de la persecución y la marginación.
La acogida inicial durante el siglo XV fue relativamente buena. Los gitanos fueron recibidos con curiosidad e incluso con respeto. Sin embargo, el desencuentro con las comunidades receptoras era casi total al comenzar el siglo XVI debido a la intolerancia religiosa.
Las formas de represión de las autoridades y de la sociedad han sido por mucho tiempo muy variadas, desde la simple marginación y criminalización hasta la muerte, pasando por la sedentarización forzosa, la deportación y el destierro, el castigo corporal y la mutilación, la esclavitud, los trabajos forzados en galeras, la prisión o reclusión en barrios, ghettos, llamados en España "gitanerías". Para cada modalidad de persecución, las comunidades gitanas de todo el mundo han generado y siguen generando mecanismos y estrategias específicas de supervivencia, ocultamiento, adaptación o huida.
En nuestra memoria colectiva, quede este genocidio cometido contra la raza o etnia gitana, como ejemplo de lo que nunca debió ocurrir. Andalucía es el país donde más gitanos conviven y su cultura forma parte de ese inconfundible mosaico identitario del ser andaluz.
Lamentablemente, todavía en el actual diccionario 2009 de la RAE se recoge la siguiente acepción coloquial para gitano: "Que estafa u obra con engaño".
Ofrecemos esta grabación como documento testimonial, parte de la obra “Persecución” en la que Juan Peña El Lebrijano pone su cante a los textos de Félix Grande que también aporta su voz, acompañados a la guitarra por Pedro Peña y Enrique Marchena. “No le temblaron las manos” (Tientos), “Mando que en 60 días” (Romance) y “Finales del siglo quince” (Tientos).
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23 de Abril del 2018
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