Manuel Tosar, pintor reconocido con un jardín en su Villa natal.
Abrió la tarde la voz sentida, profunda, grave y cavernosa de la “Cuba” mar adentro, escondida en los recovecos de la garganta del poeta Ángel García López, que nos abstrajo y deleitó a todos con el recuerdo de su “profecía”, escrita en “Rota y El Rosario” treinta años atrás, cuando adivinaba con los ojos y su corazón de artista, el gran talento del pintor que se consagraba a pasos agigantados; Manuel Tosar Granados.
En el centro de su jardín, en el epicentro de su lumínica paleta, rodeado de jazmines, rosales y geranios, como de los más diversos pigmentos se tratara, el pintor Tosar Granados recibía del poeta más colores para su paleta (si cabía) y más flores en prosa para engrosar su recién estrenado jardín. Los ojos visionarios del Premio Nacional de Literatura, leyó en la atmosfera que rodeaba al artista, el éxito que a Tosar le aguardaba; y él, serviola y oteador del futuro venidero de Tosar Granados, no se equivocaba en sus augurios.
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De los muchos premios que durante su vida ha recibido, ninguno como el de dedicarle un jardín a su persona por parte del Ayuntamiento le ha significado tanto, y así se lo manifestaba a Olga Ramos, redactora de ROTA INFORMACION en la entrevista que por tal motivo le hizo al artista; “es lo mas grande que me ha ocurrido en mi vida”. Y es que Manolo Tosar no es un pintor más, él cuenta con la habilidad de capturar en su retina la gama de blancos que para los demás se nos escapa; Tosar, distingue, separa, (permítanme la expresión) descuartiza el blanco, poniendo cada cual en su sitio dentro de una extensísima y variada oferta de pigmentos inmaculados, níveos y nacarados, dejando soplar de entre los pliegues de su abierta escala, una corriente de brisa suave de grises perlas, de magentas degradadas y de azules difuminados que jamás ojo humano pudiera adivinar de su existencia. La oferta de luminiscencia variada que Tosar desgrana en sus cuadros, me aventuro a calificarlo de antinatura; porque reta a la propia física y a lo dispuesto por la madre naturaleza echándole un pulso, pues, como se sabe, en la descomposición del blanco afloran los siete colores del arco iris, mientras que Tosar, por su cuenta ha inventado la diversidad infinita de la propia luz que comprime el blanco, y no solo en siete matices, sino que con su creatividad fabrica tonalidades de blancuras ilimitadas jamás soñado por artista alguno.
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Para otros, sin retinas privilegiadas como la de este artista, les es imposible captar la luz tamizada y filtrada, porque Tosar renuncia a la asociación del blanco homogéneo, diseccionando la mezcla fundida que a manera de bisturí desgaja en finas capas sobrepuestas, como las caliches de las fachadas de Rota; mil veces encaladas por las que se puede contabilizar las Semanas Santas pasadas y las repasadas manos de cal durante el año, a las que las vecinas la llaman “bajeras”.
Ángel García López, nos habló del “fulgor reverente que emana de las pinceladas del artista; Luz, más Luz, donde Tosar ha sido capaz de descifrar la estratigrafía de las diversas capas de blanco proletario y pueblerino…”. Decía de Manolo Tosar, para terminar: “Esa luz que, en el eterno primer día de su creación, él ha inventado”.
Su barba blanca, confundida con la cabellera al viento, como gaviotas que revoletean la espuma de la orilla, componen y exponen el carácter impreso que Tosar plasma en sus obras; la fuerza oculta de los reflejos, de los candilazos y fogonazos de los atardeceres, de los relámpagos -que aquí llamamos “fusilazos”- de las azoteas tendidas al sol como enaguas lavadas con clarilla; esas que en las noche de luna llena, el laberinto de sus pretiles de mercurio, se tornan autopistas fosforescentes por donde pasean los gatos…
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Recuerdo los hornos de cal de mi padre, de los que presumía cocer la más blanca cal de la Villa, de donde los arrieros como el Tula, el Nene, los hermanos Caridad, Paco Mendoza o los Vélez, cargaban sus borricos de cal apagada para las obras, y el níveo óxido de calcio para el blanqueo, hasta que allá por los 70 coció por ultima vez sus hornos la piedra caliza del subsuelo roteño, porque según él; “fabricar cal ya no era negocio”. Pero creo que la realidad fue; el sentirse decepcionado al no poder competir su cal, con el impoluto blancor competencial de los cuadros de Tosar Granados; le cegó y le pudo la luminiscencia que proyectaba las pinturas del artista.
Mi Tía Dolores por su parte, aquella que varias casas más abajo en la calle Veracruz, en la misma acera donde naciera nuestro insigne Ángel Poeta, ella vendía agua a perra gorda el cubo y se ayudaba con sus trabajos de palma, haciendo; sopladores, cestas y sobre todo, brochas y pinceles fabricados con la palma ripiada a base de lezna y que en forma de trenza se liaba sobre una rondana de madera de largo cabo llamada muletilla, que las mujeres utilizaban para blanquear las casas con aquella inmaculada cal blanquísima de los hornos de mi padre. Dicho sea de paso, mi tía también llevaba para adelante “el negocio” de garbanzos, habas y pipas de calabazas tostadas con arena de la playa; ¡Qué románticos tiempos de hoyo de pan, con aceite y azúcar…!.
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Y los que nunca faltaron ni podían faltar, los amigos, muchos, y su pueblo representado por el Alcalde |
El “Pintor de la Luz” en su intervención, sacó de sus entrañas la impronta, el gracejo, la espontaneidad y el divertimento que como andaluz le encumbra, con una charla amena, sincera, encantadora, sugestiva y divertida, con la que supo –sin pretenderlo- hacer reír al mucho publico que con todo el cariño del mundo no quiso perderse el acto, arropándolo y aplaudiendo la feliz iniciativa.
Todos disfrutamos de un apasionado Tosar Granados en su estado natural, feliz entre los suyos; con su amada mujer a su derecha, el Ángel Poeta a su izquierda, su madre y familiares al frente -que vivían maravillados el acontecimiento- y al fondo, un montón de amigos disfrutando y compartiendo con el artista la felicidad del momento dentro de un jardín; El Jardín del Pintor Tosar Granados, en el que estoy seguro, que jamás faltará el color de los geranios, ni la luz a manera de jazmines, margaritas y azucenas del blanco inmaculado que nos recuerde de por vida, al Pintor, Tosar Granados.
Felicidades amigo Manolo, un abrazo.
Cosas de Andalucía agradece la colaboración de Habitantes y Gentes de la Villa de Rota
26 de Abril del 2018

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